El Centro Cultural nace como un espacio de encuentro y expresión comunitaria, donde la arquitectura se alinea con los valores, necesidades y aspiraciones del entorno.

El proyecto articula una serie de espacios funcionales y simbólicos que promueven la participación, el diálogo y la vida cultural en múltiples formas.

En el núcleo del diseño se encuentra el templo, concebido como un lugar de recogimiento y reunión espiritual. A su alrededor se estructuran las salas de usos múltiples, espacios flexibles destinados a actividades comunitarias, talleres y eventos culturales. Se diseñaron también oficinas administrativas, necesarias para el funcionamiento del centro y la gestión de sus actividades.

La propuesta se completa con pasillos amplios y articuladores, que conectan las distintas áreas y fomentan la circulación fluida, así como una librería, pensada como un espacio de lectura, conocimiento y contemplación.

Con una estética sobria y duradera, el diseño prioriza el confort, la funcionalidad y el arraigo. Más que una obra construida, este centro se convierte en una experiencia que fortalece el sentido de pertenencia y refleja el espíritu de quienes lo habitan.